16 de julio de 2009

Aceras, plazas y avenidas / Nuria Valverde

En un artículo aparecido recientemente en: www.diariocritico.com la historiadora Nuria Valverde se acerca, a partir de las reflexiones de Jane Jacobs (1961), a los conceptos de ciudadanía y espacio público desde la teoría de la complejidad.
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Lima y el río Rímac en la primera mitad del siglo XIX, según Léonce Angrand
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Recientemente he releído “Muerte y vida de las grandes ciudades” escrito por Jane Jacobs en 1961. El contexto en el que se escribió es muy interesante: A finales de la segunda guerra mundial comenzó a imponerse un modelo de construcción urbana que desplazaba a los marginados a la periferia. Bajo la etiqueta de “rehabilitación” los planes urbanísticos hacían desaparecer los cascos urbanos en favor de las áreas residenciales, y bloques de oficinas. El West Village de NY era una de esas áreas amenazadas. Los movimientos de resistencia a estos planes urbanísticos se vieron forzados a dar una respuesta a la pregunta ¿qué es una ciudad? La respuesta implicaba una valoración sobre qué es un ciudadano, o más abstractamente, qué es la ciudadanía en términos que hacían hincapié en los usos del espacio urbano. Con la libertad de uso, y con la responsabilidad de esos usos.
Uno de los argumentos fuertes de urbanistas, políticos y constructores era que las áreas menos modernas estaban menos controladas -la gente se pasaba el día en la calle, mezcladas unas clases y culturas con otras- y por lo tanto tendían a ser más inseguras. Jacobs acababa de leer un trabajo del científico Warren Weaver en el que ésta hablaba de la complejidad organizada. La idea de Weaver era, básicamente, que existían sistemas formados por miles de elementos que aparentemente se comportaban de forma caótica o inconexa y que, sin embargo, tendían a producir un orden. Jacobs aplicó esta idea a la ciudad, prestando espacial atención al uso de las aceras y los espacios de tránsito. Que la gente las utilizara era fundamental para la salud de la ciudad.
La pulsión historiadora me hizo pensar en las ciudades americanas. Para los españoles América fue un experimento urbano: intentaron imponer una planta reticular a todas las ciudades de importancia. Pero el orden no se mantenía indefinidamente. Sus retículas se deformaban contrayéndose y estirándose allí donde la población necesitaba más contacto con el río o la plaza. Las políticas urbanas, la ordenación del espacio, chocaba a veces de frente con las dinámicas de la propia ciudad. (Para un estudio del caso de Lima véase el artículo de Isaac D. Sáenz aquí).
Pero no sólo los elementos arquitectónicos se desplazaban perfilando una nueva ciudad. También las personas. En 1794 las autoridades desarticularon 3 grupos independentistas respectivemente en Florida, Santa Fé de Bogotá y México. La presencia de estos grupos está relacionada, como señala Victor M. Uribe en The Birth of a Public Sphere in Latin America, con la aparición de una esfera de la opinión pública. Esta esfera depende de que haya espacios formales e informales para la reunión: casas particulares, claro, pero sobre todo mercados, librerías, trastiendas, boticas, plazas. La creciente aglomeración de cafés y escaparates en el entorno de los centros de decisión política fue uno de esos legados del siglo XVIII que deberíamos considerar un patrimonio.
La presencia de estas características determina la heterogeneidad de una ciudad: las clases acomodadas se aproximan al centro cuando disponen de servicios y pequeños comercios, mientras que si los pequeños comercios desaparecen, todo el entorno se empobrece (aquí la tesis de Brueckner, Thisse y Zenou). No se trata de convertir los centros históricos en residencias de la clase alta, sino de mantener un equilibrio que ya se produjo en otras ocasiones. Se trata de que podamos intercambiar opiniones en lugares donde todos tengamos cabida, creando una sociedad civil más sólida y respetuosa consigo misma. Cómo lograrlo es, claro, otro cantar.
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Artículo Imágenes ribereñas. El Rímac y el proceso urbano de Lima virreinal:
http://www.cap-regionallima.org/bv/bv_14/14REVISTA7saenz.pdf
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Nuria Valverde es historiadora, especialista en historia de la ciencia. Ha sido visitor fellow, Departamento de Historia de la Ciencia, Universidad de Harvard. Ha escrito: Los mundos de la ciencia en la ilustración española (2003), con Antonio Lafuente y Actos de precisión: Instrumentos científicos, opinión pública y economía moral en la ilustración española (2007).
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